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“Mis obras se dibujan y re-dibujan cada vez que las ves. No en la cabeza de quien las mira, sino en el aire.”
Elías Crespín
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En el arte debe haber innovación, porque el arte nace del alma, y somos los únicos seres con alma y siempre buscamos crear, avanzar, innovar lo creado; el arte no es diferente, y el escultor venezolano Elías Crespín es una demostración de ello.
Son muchos los escultores, pero este escultor venezolano y su obra es, sin duda alguna, especial porque no tiene tiempo. Está en gerundio, pintándose. No es, se crea y recrea por segundos. No tiene pasado, ni futuro, está en un presente eterno. Siempre en transformación. Nunca cesa la acción de pintar. Elías Crespín se vale de las sombras y de la luz para pintar el aire. Mientras está encendida, ésta presenta, cada segundo, una nueva obra.
El escultor Elias Crespin nació en Venezuela, en 1965. Estudió informática en Caracas. Es nieto de artistas e hijo de matemáticos.
“En segundo grado, más o menos a los siete u ocho años, estudiaba en el colegio Rondalera. Allí recibí muchas clases de arte. En éstas, me acerqué a obras de Jesús Soto y de Christo Javacheff. Antes de eso debí haber tenido algún contacto con el arte, pero no generó un impacto específico que me haya hecho comprender que lo que veía era una obra de arte o que quien la hacía era un artista. Recuerdo las obras de Domingo Álvarez cuando estaba en primer grado. Sobre todo las ambientaciones o los espejos con luces fluorescentes de colores y, por supuesto, las obras de Gego, mi abuela, ésas me rodearon desde pequeñito. Sin embargo, no tenía la conciencia de que eso que veía en mi casa, en mi vida diaria, era arte. Era tan natural y automático que no lo recuerdo como un hecho trascendental.”
Comenzó a trabajar su primera obra en 2002. Su trabajo fusiona sus dos universos de pertenencia, el arte y la informática: partiendo de sus investigaciones en programación, las aplica a las artes plásticas para crear esculturas en movimiento. Después de dos años de trabajo, termina su primera pieza, Malla Electrocinética I.

Malla Electrocinética I, 2002 -2004. Acero inoxidable, plomos, nylon, motores, equipo, interfaz electrónica. 50 x 50 cm. Imagen: eliascrespin.net
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“Mi vida dio un giro hacia el arte un día en que estaba frente a una obra de Jesús Soto, un cubo virtual. Estando allí parado, me imaginé ése espacio tridimensional en movimiento. Inmediatamente lo asocié a los programas de graficación 3D que había estudiado en la universidad y supe que, mediante estos programas, la obra podría modularse, variar, cambiar. Alterando las alturas en los distintos elementos del plano para generar volúmenes en el tiempo, podría producir el movimiento y crear una obra fabulosa. Tenía idea de cuáles podían ser los algoritmos para moverla.”
Elías Crespín.
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Un cubo virtual, famosa escultura de Jesús Soto. Imagen: analítica.com
Las esculturas móviles de Elias Crespin se componen de mallas metálicas modeladas a mano o de elementos individuales suspendidos por hilos invisibles, que forman en su conjunto figuras geométricas. Mediante motores dirigidos por una programación informática, las esculturas dibujan lentamente en el espacio una danza, transformándose de forma casi imperceptible, pasando de una forma a la otra siguiendo una coreografía diseñada por el artista. A esta investigación que concierne el tiempo, la forma y el movimiento, Elias Crespin asocia a menudo el estudio del color a través de la experimentación con diferentes materiales y texturas, de la luz y de la sombra.
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“Pintar en el aire fue un concepto que desarrollé mientras veía mi obra. Porque mis obras ocurren. Esta obra materializa de alguna forma aquellos gráficos que nacen dentro de una computadora. Ellos salen de la pantalla para poblar el espacio. Transformo el arte gráfico en una experiencia física que deviene en arte y entra dentro del arte contemporáneo”
Elías Crespín.
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Las obras de Elias Crespin han sido expuestas en varias instituciones internacionales como la XIII Bienal de Cuenca 2016, la Bienal de Busan Corea en 2014, en el Museum of Fine Arts Houston, el Grand Palais de París, el Espace Culturel Louis Vuitton de París y en la Fondation Boghossian y la Verrière Hermès de Bruselas. Sus esculturas están presentes en las colecciones permanentes de importantes instituciones como The Museum of Fine Arts de Houston, El Museo del Barrio de Nueva York, el Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires y el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.

Cuadrado Flexionante Rojo. Aluminio anodizado, nylon, motores, computadora, interfaz electrónica. 100 x 100 cm. Imagen: eliascrespin.net
Las obras de Elias Crespin nos recuerdan a Heráclito y su filosofía de la transformación continua del ser. Puesto que los movimientos se repetirán una vez que el programa vuelva a comenzar y, sin embargo, no será el mismo movimiento ni dibujo, porque la luz y quienes lo estarán viendo serán otros. Son dos entes que varían: el que ve la obra, y la obra en sí misma. Por eso nunca serán los mismos.
El arte tiene la subjetividad de permitir que cada quien vea lo que desea ver en la obra, sienta emociones individuales en su interacción con las piezas. La obra de Crespín va más allá, porque dibuja sobre lo efímero una memoria estética imborrable. La experiencia de ver estas obras penetra en todos los órdenes de la percepción humana. Además, todo su trabajo artístico es una demostración más de todo lo que puede hacer un escultor.

Circuconcéntricos Alu Rouge-50, 1/3. Aluminio anodizado, nylon, motores, computadora, interfaz electrónica. ø 50 cm. Imagen: eliascrespin.net
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“Hay algo que pasa en las almas de los espectadores, en la psique o en los ojos que ven la obra, produciendo una emoción”
Elias Crespin.
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Mira este video sobre la obra de Elias Crespin “Circuconcéntricos”
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